miércoles, 14 de enero de 2015

ARQUITECTURA BARROCA EN QUITO

La arquitectura barroca en quito empieza con la llegada de los jesuitas a Quito.

La orden jesuita llegó a Quito el 19 de julio de 1586, con el propósito de establecer una iglesia, un colegio y un monasterio en esta ciudad. En el primer grupo de sacerdotes jesuitas se encontraba Juan de Hinojosa, Diego González Holguín, Baltasar Piñas y Juan de Santiago.
La mayoría de solares para la construcción de iglesias ya habían sido otorgados por el cabildo a los franciscanos, los mercedarios, los agustinos y los dominicos. Sin embargo, en 1587 el cabildo les cedió a los jesuitas un terreno en la esquina noroccidental de la plaza de la independencia, pero los agustinos demostraron su disconformidad con la decisión. Por esta razón los jesuitas optaron por establecerse en otro lote ubicado en dirección sur a la Catedral.


En consiguiente a esto, alrededor de la ciudad, aparecieron bóvedas de cañón corrido, cúpulas de media naranja, retablos con columnas salomónicas y una profusa decoración que invadía todo.

Para ahondar más en el tema estudiaremos las edificaciones mas representativas dentro del barroco quiteño.


LA COMPAÑÍA

La Iglesia de la Compañía de Jesús es una de las obras más importantes de estilo barroco del Ecuador y de Sudamérica. La edificación de esta obra duro casi 160 años.

En 1605 comenzaron los jesuitas de Quito los trabajos de su iglesia. Hacia 1613 llegó a la ciudad el hermano coadjutor Marcos Guerra, quien fuera arquitecto brillante en el Reino de Nápoles, antes de entrar en la Orden.  El corrigió lo que se había hecho y dio a la obra el trazo definitivo.

A su muerte, acaecida en 1668, la iglesia y edificios contiguos, con sus tres claustros, estaban concluidos en lo fundamental. La fachada comenzaría a labrarse en 1722 y solo se terminaría en 1765, en vísperas de la expulsión de los de Loyola de los dominios del rey de España. La fachada del templo es una de las maravillas del barroco

La fachada comenzaría a labrarse en 1722 y solo se terminaría en 176. La fachada del templo es una de las maravillas del barroco

Se dice que el rey Felipe IV, que gobernaba España en esos años, preocupado por el inmenso costo de la obra se asomaba a lo alto de las torres de su palacio en El Escorial y miraba por el horizonte hacia el oeste, diciendo: “Cuesta tanto la construcción de ese templo, que debe ser una obra monumental; entonces, deben verse desde aquí sus torres y cúpulas”. No sabía el soberano que el valor de ella no era por su tamaño, sino por la belleza de su arquitectura, su construcción y de sus ricas piedras talladas maravillosamente. 

 La fachada del templo es una de las maravillas del barroco. Flanquean la puerta principal seis columnas salomónicas fastuosas, integradas por primera vez al movimiento arquitectónico en el arte americano y las puertas laterales, pilastras de estilo romano corintio.
Todas reposan sobre un estilobato en paneles con decoración renacentista. Sobre el arquitrabe corre un friso de soles y follaje, y sobre el friso, la cornisa que parecería sustentarse sobre hojas de acanto.
La cornisa, que corre ceñida a los resaltos de la fachada, sobre la puerta principal se convier­te en arco, suerte de dosel de un nicho que aloja a la Inmaculada, guardada por ángeles y querubines.

El segundo cuerpo, de fina ornamentación plateresca, está formado por dos bloques, con preciosas columnas, que dejan al centro enorme ventana coronada por la inscripción votiva a Loyola.




La Iglesia de la Compañía de Jesús es, sin lugar a dudas, el mayor y mejor ejemplo del arte Barroco de la Escuela Quiteña 





IGLESIA DE SAN FRANCISCO DE QUITO


La construcción de la iglesia y convento de San Francisco inició alrededor del año 1537, apenas tres años después de la fundación española de la ciudad, con la terminación de un templo provisional que se mantuvo hasta 1550, cuando se inició la construcción del edificio actual y que fue culminado hacia 1680. Aunque el edificio fue oficialmente inaugurado en el año 1705.



Este conjunto arquitectónico fue construido por Cantuña. La leyenda dice que él había prometido construir el atrio de la iglesia en el breve plazo de un año, como el tiempo corría y no tenía concluida su obra, Cantuña estaba desesperado. Acudió a rezar a San Francisco para pedirle ayuda, pero el santo parecía no escucharle y cuando faltaba pocas horas para que expirara el plazo, él hizo un pacto con el Diablo, entregándole su alma a cambio de terminar la Iglesia. El Diablo, ansioso de recibir el alma de Cantuña, lo ayudó a completar este trabajo monumental con ejércitos de demonios. Una vez terminada la obra, él exigió que Cantuña entregase su alma. Cantuña insistió primero que se examine el trabajo del diablo y al verificar que faltaba una piedra, logró salvar su alma, gracias al trabajo incompleto del Diablo.





La fachada del templo refleja la presencia temprana, y por primera vez en América del Sur, de elementos manieristas, lo que lo convirtió en un punto de referencia de este estilo en el continente. La severidad renacentista y el manierismo exteriores contrastan con la decoración interna de la iglesia, en la que se mezclan el mudéjar y el barroco bañados por pan de oro para dar un esplendor inusual,





   






El conjunto arquitectónico de San Francisco de Quito estuvo necesariamente ligado a su entorno urbano. Existen tres espacios que definieron las relaciones con el mundo exterior:
  • La plaza, que era un espacio netamente urbano, perfectamente demarcado, que conectó a través de varias actividades a los religiosos y a los civiles.
  • El Atrio, que fue el que sin dejar de cumplir funciones urbanas, tuvo características mucho más sagradas que la plaza. Éste, al menos durante los siglos XVI y XVII, fue lugar de enterramiento del común del pueblo. 
  • La iglesia y capillas, que eran lugares propiamente sagrados.

A su vez en la plaza cuenta con una pileta, la misma que fue de vital importancia en la historia de la iglesia. Ya que la misma fue construida por los padres franciscanos, realizando una canalización del agua de las vertientes del pichincha hasta la plaza.   Lo que significo un avance significativo para el progreso, debido a que contava con agua potable en la plaza.





IGLESIA DE SAN AGUSTÍN


Tiene un valor histórico imprescindible, además del valor social y político debido a que en este recinto tuvo lugar el 15 de Agosto de 1.809 la reunión de los participantes para la firma del Acta de la Independencia de la revolución del 10 de Agosto de 1810 que fueron depositados en el osario de la Sala Capitular y restaurado en 1.988.




Detalles de la fachada principal revelan su estilo Barroco en el que se destacan elementos decorativos españoles y amerindios. La iglesia es parte de un complejo arquitectónico que incluye un convento, un jardín interior y un amplio salón de sesiones llamado Sala capitular lugar de reunión de los monjes.


El convento y claustro tienen una entrada separada al lado oriental de la fachada principal de la iglesia. El campanario alcanza una altura de 22 metros y sus campanas son originales de la época. Parte del conjunto arquitectónico es un pequeño atrio en donde esta erigida una cruz de piedra en la esquina diametralmente opuesta a la entrada principal. Originalmente ostentaba un Cristo de madera tallado por Caspicara. Hoy día una replica de piedra ocupa su lugar.





Las piedras usadas para levantar el convento se obtuvieron del volcán Pichincha. Ven a conocer la vida y milagros de San Agustín, a través de un admirable complejo de 25 lienzos de Miguel de Santiago.


         





MUSEO DE LA CIUDAD




El Museo  de la Ciudad ocupa el edificio civil más antiguo de Quito, que desde 1565 hasta 1974 atendió sin pausa como hospital (casa de salud y espacio de acogida). El antiguo San Juan de Dios (1.565 – 1.974) fue restaurado y en 1998 se rehabilitó para su nuevo uso como museo.

Durante el siglo XVIII, bajo la regencia de los frailes Betlemitas, fue convirtiéndose en un espacio de acogida y hospitalidad donde las personas, además de recibir salud, tenían la posibilidad de contar con alivio material y espiritual. Entre los siglos XIX y XX estuvo regido por instancias del gobierno local y nacional, y contó con apoyo de las Hermanas de la Caridad.
Fueron cuatro siglos de servicio del hospital. Médicos, enfermeras, boticarios, sangradores, jardineros, lavanderas y cocineras han tejido y siguen tejiendo historias y mitos que son parte de nuestra memoria colectiva.

En sus instalaciones mantiene una exposición permanente sobre los procesos sociales e históricos de la ciudad. Un espacio único que incluye elementos artísticos y museológicos, que dan cuenta de los contextos sociales de las diversas épocas que vivió la capital de los ecuatorianos.


Al entrar al museo nos encontramos con un espectacular cuadro urbanístico de la antigua ciudad de quito, constando como si fuera un mapa de todo lo necesario para ubicarse dentro de la ciudad.
En el podemos dilucidar como ah ido avanzando el desarrollo urbanístico de la ciudad y sus alrededores, y del trazado que tenia la ciudad en ese entonces.











Podemos admirar, como fue modificada una de las fachadas del museo, al momento de ser restaurada.   Para darle un toque mas estetico a la fachada de lo que se convertiria en un museo.









EL CAC (Antiguo Hospital Militar)


El antiguo Hospital Militar, ubicado en San Juan, en el centro de la ciudad, fue construido en 1900, año en el cual la Junta de Beneficencia Olmedo de Guayaquil financió el proyecto para la construcción del Sanatorio Vicente Rocafuerte para enfermos de tuberculosis. En 1910 fue usado como cuartel de ingenieros de la Armada. Posteriormente, se convirtió en el hospital del Ejército. 

Este sanatorio, ubicado en San Juan, fue construido a inicios del siglo XX, primero por Schmidt y luego por los arquitectos s italianos Durini, constructores de algunas de las mejores edificaciones de Quito.
El Sanatorio Rocafuerte empezó como centro de atención para tuberculosos, pero eso duró poco tiempo. En 1917 se convirtió en Hospital Militar y con ese nombre perduró 60 años.
En 1932, como dijimos, quedó parcialmente destruido. Pero en 1937 concluyó su reparación y por sus corredores desfilaron varias generaciones de médicos, pacientes militares y, en su sala de maternidad, nacieron miles de ecuatorianos. Una de tales personas, Elba Hidalgo de Jiménez, nos cuenta: "Como hija de oficial, nací allí en 1939. Y como me casé con un oficial, allí nacieron cinco de mis hijos: Gonzalo, Patricia, Ramiro, Emilio y María Fernanda".En 1977, 60 años después de haber servido como sanatorio castrense, al occidente del Colegio Mejía, el edificio es devuelto al Estado. El nuevo Hospital Militar funciona, hasta ahora, en la vía Queseras del Medio, a poca distancia del actual Coliseo Rumiñahui. 
Vinieron luego años de abandono, hasta con invasiones de inquilinos marginales. Hubo entregas que no se concretaron, como a la Confraternidad Carcelaria. La que sí se concretó fue la de 1992: el ala norte del hospital se convirtió en sede de la Escuela Taller San Andrés. 
El siglo XXI, el Fondo de Salvamento lo restauró y lo convirtió en Centro de Arte Contemporáneo, destino que satisface a la mayoría de los quiteños.




El Centro de Arte Contemporáneo es un espacio de arte y cultura, comprendidos como procesos críticos, reflexivos, incluyentes y participativos. Somos sede de exposiciones de reconocidos artistas ecuatorianos y extranjeros. Buscamos ser un espacio de reflexión sobre la ciudad a través de múltiples y diversas prácticas culturales y artísticas. Somos una plataforma activa de diálogo, acción, participación e incidencia de los actores, desde donde se generan procesos para el intercambio de conocimientos y experiencias, a través de las dinámicas de la cultura, la tecnología y el arte-

Esta obra arquitectónica se acopla perfectamente a las irregularidades de la pendiente del cerro San Juan, en las faldas del volcán Pichincha. La edificación es una muestra del estilo neoclásico, prevalente hace 100 años. Diez pabellones de dos pisos se distribuyen simétricamente en abanico, a partir de un cuerpo principal curvo.

Las condiciones de iluminación, ventilación y especialmente de salubridad (como la posición de las baterías sanitarias) de la obra son impresionantes para la época. Justamente estas dan una clara indicación de que, pese a nuestras limitaciones, los ecuatorianos siempre hemos tenido una clara conciencia civilizadora. 





CENTRO CULTURAL METROPOLITANO




Los edificios en donde se desarrolla el Centro Cultural corresponden al inmueble de la Antigua Universidad Central y al inmueble contiguo del "Antiguo Cuartel de la Real Audiencia".
Como se pudo apreciar anteriormente, este conjunto posee un cúmulo de símbolos y valores histórico-culturales locales y nacionales, cuyo contenido y significado están en la memoria de la sociedad ecuatoriana. Además el edificio está enmarcado en un entorno histórico arquitectónico de primer orden que lo valoriza aún más dentro de estos aspectos.



El hecho de que aquí funcionó la Universidad de los jesuitas así como la Universidad Central tiene singular importancia ya que representa una de las expresiones más altas del desarrollo de la ciencia y la cultura del país. Así mismo, como institución municipal, en estos espacios se ha desarrollado un constante servicio a la comunidad desde la creación del Instituto Municipal de Cultura, luego del Departamento de Educación y Cultura Popular, la creación del Archivo Histórico, del Museo Alberto Mena Caamaño, Biblioteca Municipal y de la Dirección General de Educación y Cultura con todos sus áreas y proyectos componentes.
El Centro Cultural alberga al Museo Alberto Mena Caamaño con sus colecciones de obras de arte coloniales, del siglo XIX, y contemporáneas y además a la Biblioteca Federico González Suárez, que con más de 50.000 volúmenes, atiende más de 3.000 consultas diarias. Mantiene en su fondo histórico, cerca de 8.000 volúmenes que por su contenido, antigüedad, características físicas, etc. son considerados parte del Patrimonio Documental Ecuatoriano.
El edificio tiene 13.000 metros cuadrados de construcción, es de estilo neobarroco y su fachada recuerda a los palacios alemanes de los siglos XVII. Se usó piedra en las bases del primer piso, las esquinas y la entrada principal, mientras que el resto del edificio es de hormigón y mampostería de yeso





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